Día 3 - Quito - Atuntaqui

viernes, 7 de agosto de 2009

El viernes fue un día normal de trabajo en el CODENPE. Con la pequeña diferencia de que hoy
comimos por $ 1.5. Como es costumbre, salí a comer con Marvín y Fabian al “restaurante” dónde ellos suelen ir a comer a diario. La comida es normalita, sirven rápido y por lo general la comida está buena. El menú de hoy era sopa de pescado y chuleta con arroz y menestra (aquí la menestra son lentejas) acompañado de un jugo de mora espectacular, aunque conviene no saber de dónde lo echan... ejem ejem.

De vuelta al trabajo me decidí a comprar una maleta pequeña para llevarla a los viajes nacionales y dejar la maleta grande en la consigna del Hotel Quito. Busqué, comparé y finalmente compré, aunque no muy bien. Aquí por lo general, a los turistas nos ponen unos precios algo altos, aunque siempre hay que regatear para comprar. No os dé grima regatear, ya que ellos elevan el precio del producto entre un 30% y un 60% del valor real del producto.

Concluida la jornada laboral, me fui rápido al hotel para poder salir en la tarde con dirección a
Atuntaqui en un bus. Llegado al terminal del norte Carcelem, me puse al final de una inmensa cola para sacar los billetes. El motivo de tal cola de espera, es que durante este fin de semana será la Feria Textil en Atuntaqui y la Feria de la Artesanía y del Poncho en Otavalo.Después de una espera de unos 30 minutos saqué el billete con dirección a Ibarra por $ 2.5. Busco el bus con el número de mi billete y … no podía parecerse más a una “guagua tuneada”. La situación era la siguiente; yo metido en una guagua tuneada con mi mochila inseparable y mi maleta recién comprada, gente de todos los tipos y cada uno con una actitud distinta, reggaeton mortal durante todo el viaje, luces totalmente apagadas dentro de la guagua, cortinillas en las ventanas que más se parecen a las cortinillas de un salón de los años 70-80, asimilando la velocidad que llevaba la guagua en las pendientes tanto en descenso como en ascenso, aguantando los bocinazos de los coches y camiones que vienen de frente cuando nuestro “preciado” conductor, por no sé que motivo, decidía adelantar en una cuesta arriba a un camión viniendo coches de frente y además con linea continua y doble, vamos, de película, y encima soportando la conversación de 2 afroecuatorianas que estaban sentadas detrás de mi sobre lo que iban a hacer con sus correspondientes parejas cuando llegasen a Ibarra, aunque una de ellas decía que lo que tenía claro es que no le iba a preparar la cena, jur jur jur!! y yo sin tener ni idea de dónde me tenía que bajar, aunque más que bajarte, te empujan directamente con la guaga en marcha para no perder tiempo.

Una vez averiguado el sitio dónde me tenía que bajar, me empujaron y me encontré en medio de una carretera, a las 9 de la noche. Gracias a que había un taxi allí para que me llevase a la Hostería Natabuela unos 10 km de Atuntaqui. He de decir que me había quedado sin batería en el móvil para cualquier problema. Así que entré en la Hostería, pregunte por las Marías o por las habitaciones 17 y 19. Al decirme que no están, le pedí que me dejase hacer una llamada a un celular, pero según el recepcionista, tienen cortadas las llamadas a celulares, por lo que le pedí que llamase a un taxi para llevarme a Atuntaqui. Mientras esperaba al taxi, se me encendió la bombilla y dije: “Coño, voy a cargar el móvil y les llamo antes de salir de la Hostería”. Y así fue, puse el móvil a cargar, llamo a María Mendigutía, pero tenía el móvil apagado, menos mal, que seguidamente me llega un sms de María Jesús diciéndome que están en un comedor de la propia Hostería en la celebración de un proyecto ambiental del propio Atuntaqui. Llegué al salón, y estaban todos liados con el postre ya. Me senté en la mesa de mis compañeras, me presentaron al resto de la mesa y... que fue lo primero?? brindar con whisky con un poquito de agua. En ese momento me día cuenta de que ellos bebían whisky para acompañar la cena. Imaginaros el tema, cenando con whisky, sin comentarios.

Cuando acabó la cena, apareció otra botella de whisky en nuestra mesa, y como la velada estaba amenizada con una buena orquesta, aunque con el volumen algo alto, no podíamos dejar pasar la oportunidad de bailar estos ritmos ecuatorianos. Yo no soy nadie bailando, pero cuando vi a un Belga bailando salsa, me sentí como John Travolta en la película “Grease”.
Acto seguido nos fuimos a dormir y a descansar ya que mañana será también movidito.

Y así transcurrió mi día.

Mañana os contaré sobre la Feria de la Artesanía y la Feria del Poncho en Otavalo y la Feria Textil en Atuntaqui.

Hasta pronto.


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