Río abajo del Napo

miércoles, 19 de agosto de 2009
Aunque parezca que estamos todo el día de vacaciones, lo cierto es que no es así. Simplemente que el trabajo no suele ser tan emocionante como el ocio, y si nos ponemos a hablar aquí del catastro de Orellana o el plan museográfico del CICAME pues os aburriríais como ostras. Hoy en cambio hemos podido compaginar ambas cosas –turismo/ocio y trabajo-, pues hemos ido a visitar el museo prehispánico situado en Pompeya, una misión de monjas capuchinas situado río abajo, a 40 minutos en deslizador (barca a motor, más o menos).
El paisaje ha sido selvático total, todo lo que nosotros tenemos en mente de lo que puede ser el Amazonas. Era muy agradable la sensación de la brisa en la cara, el paisaje… no lo era tanto el ruido del motor, pero bueno, como dice Ángel, hay que potenciar las cosas positivas y olvidarse de las negativas.

La llegada al lugar ha sido bastante impactante: era una especie de pueblo fantasma, con muy poca gente, casas muy humildes vacías…y después de mucho preguntar hemos llegado a la conclusión de que el museo estaba enfrente. Para allá que hemos cruzado el río y nos hemos encontrado con un poblado indescriptible, vacío y abandonado (más vacío y más abandonado todavía). Y con razón, porque solo lo habitan seis monjitas capuchinas. Para que os hagáis una idea, era como el pueblo de “los Otros” de la serie Perdidos (Lost). Parecía que iba a salir de un momento a otro Benjamín Linus con su cara de loco psicópata. En fin, películas aparte, íbamos contentas a ver el museo y resulta que desde abril las piezas están en Quito en restauración, pues las quieren trasladar a un nuevo museo que van a construir (dios mediante) en el propio Coca. Con lo cual, un viaje en balde, muy bonito eso sí, pero en balde (profesionalmente hablando).
Ha sido una pena porque, para poner un poco en situación a nuestros lectores, El Coca (conocido como Francisco de Orellana) es una ciudad creada en la segunda mitad del siglo XX, sin ningún atractivo patrimonial, algo descuidada y el único aliciente artístico eran esas piececitas. El proyecto que tiene entre manos el Municipio de construir un museo-centro cultural puede ser un motor interesante para laciudad, pero evidentemente requiere de un esfuerzo económico importante. A ver en qué queda la cosa. La cuestión es que yo iba toda contenta a ver la cerámica de una comunidad indígena (cuyo nombre no me viene en mente, lo siento) y al final me he quedado con las mismas. En fin, hay que adaptarse a las circunstancias!

Y ahora más oficina y preparados par a la recta final, el taller de la semana que viene en Atuntaqui. Qué rápido pasa el tiempo, ya hemos atravesado el ecuador del Ecuador…

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En un sólo día...

martes, 18 de agosto de 2009
Después de una noche…. “interesante”, en la ciudad de Quito, y tras unas pocas horas de sueño, los tres desayunábamos a las 9 de la mañana, de nuevo, en el que ya es nuestro dulce hogar en Ecuador, el Hotel Quito.

Somos un gran equipo y después de algún cambio de planes, tras la fruta, los jugos, el pan, los huevos revueltos, los cereales, el queso, fiambre, café, todo eran buenas expectativas en nuestro fin de semana en Baños de Agua Santa, … se cumplieron.

No dejamos lugar para el desánimo cuando el tráfico nos mantuvo más de media hora en el taxi que nos llevó a la terminal del sur, allí cogimos el bus para baños. Dejamos de preguntar cuanto duraba el trayecto cuando la insistencia de nuestra pregunta hacía que el interlocutor aumentara el tiempo que nos quedaba para llegar al destino: Baños, y es que el tiempo aquí no es tan importante, las cosas llegan cuando vienen y terminan cuando se acaban, … y funciona

Tranquilamente llegamos al Hotel recomendado: “El Palace”, 1952, el primer hotel de Baños, una zona turística marcada por eso mismo: los baños de aguas termales. A esta agua, que emana por todas partes cargada de minerales, se le atribuyen propiedades curativas. El paisaje nos sorprendió, un valle profundo entre montañas verdes de roca volcánica, grandes pendientes o desfiladeros por los que avanza el río, cascadas, agua mucha agua, todo a los pies del volcán Tungurahua, o garganta del infierno.

Lo primero: darnos cuentas de que “Palace” no hacía justicia al hotel, húmedo y más que antiguo, viejo.
Lo segundo: comer, que ya eran las dos. No puedo describir bien el patio de un restaurante típico, con el piso de grava, en un velador, las Pilsener fresquitas y un arroz con camarones…., la compañía inmejorable, una hamaca…. Niños! Por qué no nos volvemos?!

Ángel es incombustible y autoritario, y me quedé sin siesta. En su lugar, paseito por el pueblo, las vistas desde el puente San Francisco son impresionantes, dicen que más aún desde el otro lado…. (lo dicen por fastidiar). Esto son tres líneas pero no os imagináis el paseo!, que lo vió todo, y le saco foto a todo!, finalizamos el paseo con la visita a la iglesia,… diferente, construida en sillares de roca volcánica, patrimonio cultural,…

Antes de volver al hotel, compramos un traje de baño precioso, (verdad?) en una tienda donde vendían juguetes, planchas, dulces….fue necesario porque nuestra siguiente visita eran las Termas de Agua (sí, sin descansar un minuto, todo seguío).

De las termas no hay fotografía por acuerdo de las partes interesadas, es decir, nosotros tres. Y es una pena porque cómo describo yo ahora esto? A las 20:30 pm, de noche, después de hacer una cola de media hora, entramos en un edificio de dos plantas, sin paredes y sin cubierta, junto a una enorme cascada de agua más alta que el propio edificio y que podíamos ver desde cualquier punto del mismo. En las dos plantas había diferentes piscinas de agua, llenas de gente diversa, de una multitud: mestizos, indígenas de varias etnias, ecuatorianos y extranjeros, mayores, jóvenes y niños.
Cuando ví la masificación y me crucé con una indígena de unos cien años adornada con todas sus alhajas, que salía del vestuario donde yo tenía que entrar a cambiarme, con una caja de plástico y una pulsera de goma en la muñeca….. entré en pánico… Mariaje por el contrario reaccionó muy bien, y ya se disponía a entrar en una piscina de agua caliente de cuatro por tres metros y con más de treinta personas en su interior, … abarrotá. No parecía darse cuenta de la expectación que estaba causando su entrada en la piscina…. como no podía preocuparme más y mis compañeros parecían tranquilos y felices, comencé a relajarme y al final fue divertido…. pasábamos de la piscina de agua fría a la de agua caliente, a la fría y a la más caliente aún… Los minerales hacen que el agua se vea turbia, así que no podíamos ver el fondo, sólo las caras y en ocasiones la mitad del cuerpo, que sobresalía, de las decenas de personas con las que compartíamos las afamadas propiedades de estas aguas….

Encantados y relajados por no decir muertos, regresamos al hotel que está a unos cien metros,… no, no descansamos, había que cenar, y fue en un francés, jardín al entrar, decoración rústica, cuidada, mantel blanco de hilo, palmatoria de barro con su vela, y una fondue de carne …..

Ahora sí, a acostar.
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Día 6 - Quito - Orellana (El Coca)

jueves, 13 de agosto de 2009
Hoy decidimos quedar un poco más tarde por la mañana para descansar un poco más pero he de deciros que nos equivocamos totalmente pues se nos había pasado por alto una visita obligatoria y que, gracias a una coincidencia, pudimos ver.

Quedamos a las 10:00 de la mañana para dirigirnos al museo de Guayasamin (1919 - 1999), un artista que tiene una Casa-Museo en Cáceres. Fuimos en un taxi que cogimos en la puerta del hotel Quito. Como hoy lunes es feriado los museos no abren, pero pudimos ver la Capilla del Hombre, que diseño Guayasamin en honor al hombre. Tuvimos que hacer la visita un tanto ligera ya que tan sólo disponíamos de 30 minutos y después irnos a conocer la mitad del mundo.

Allí se encuentra el monumento que representa la mitad del mundo. Nos hicimos las respectivas fotos delante del monumento. Aquí el obrero hizo un poco el cabra saltando de una parte de la línea que separa los hemisferios diciendo: “Ahora estoy en el norte, ahora estoy en el sur, ahora estoy en el norte, ahora estoy en el sur y ahora estoy en los 2”. Por favor, sin preguntas, dejémoslo pasar, vale??

La única pega es que no tuvimos mucho tiempo para visitar la representación de Quito en pequeño que tienen ahí mismo, pero sí nos dio tiempo a tomar una merecida y fresquita Club. Y ahí fue donde descubrimos que no se necesita abrebotellas para abrir esta cerveza, tiene el tapón a rosca, todo un detalle.



El taxista nos llevó rápidamente hacia el Hotel Quito ya que mi vuelo salía a las 16:00 y tenía que estar 1,5 h antes en el aeropuerto. Así que tenía que salir como muy tarde a las 14:00 del hotel, y eran las 13:00 y aún estábamos en la Mitad del Mundo. Llegamos al hotel a la hora perfecta, recogí la maleta que dejé en consigna, me despedí de mis compañeras ya que ellas se marchaban de Quito a las 15:00 en un Taxi Lagos con dirección a Atuntaqui. El vuelo era a las 16:00 pero a las 16:15 todavía estábamos embarcando y a las 16:40 despegando.

Llegué a Orellana a las 17:15. Lo primero que sentí al bajar del avión fue un calor insoportablemente pegajoso y húmedo. Estábamos a 36º, pero no sé el % de humedad que teníamos, sólo sé que fue salir del avión y empezar a sudar como un pollo de feria, sin exagerar la camisa de Camacho se queda corta para cómo tenía yo la mía. Recogí mi maltrecha maleta y salí del terminal para encontrarme con el personal del municipio que quedó encargado de recogerme. Peeeeero... no había nadie que me esperase, bueno gente si había porque me invitaban a subir a sus coches, jeje!! son los taxistas que sirven para cuando llegas de viaje y no tienes a nadie esperándote, te alegran ellos la llegada. El caso es que estaba en Orellana, en un aeropuerto más pequeño que la estación de autobuses de Trujillo, jeje!! en la calle, sin ninguna moneda para llamar por teléfono y sin saber por dónde tirar. El caso es pregunté por un locutorio para llamar por teléfono a mis contactos en Orellana. Finalmente, después de andar casi 1 Km, decidí coger un taxi porque estaba pasando por una zona que no me daba demasiada confianza y a parte no sabía a cuánto estaba el centro de Orellana de lejos.

Finalmente tuve que llamar a César Visarrea, ya que nadie me cogía el teléfono. César me dijo que me alojase en el Hotel Auca, en el centro de la ciudad. Una vez alojado, salí a dar un paseo para conocer algo más Orellana. Recorrí la calle principal hasta que llegué al Malecón que da para el Río Napo. Es como un paseo marítimo, pero en lugar de mar, río.

Orellana se encuentra en la unión del Río Napo con el Río y a partir de aquí nace el Río Amazonas.

Después de darme un paseíto, me tomé una cerveza en un chiringuito con muy buena pinta en forma de cabaña indígena en el propio malecón. Tras la cervecita fui a cenar algo a un sitio de comidas que había visto mientras paseaba por la calle principal. Me costó $ 3.50 y me entró ¼ de pollo asado, arroz, ensalada y bebida. Luego fui a dar un paseo digestivo nuevamente al malecón y allí me encontré con que estaban poniendo una proyección de la historia de Ecuador. La cosa empezó algo chunga porque fueron los españoles los que se apropiaron de Ecuador y, más concretamente, de Orellana. Así que me sentí algo incómodo, no por nada especial, sólo quería que nadie me preguntase que de dónde era, jajaja!! es broma. El documental estaba muy bien elaborado y con muchos detalles históricos. Bien es cierto, que a los españoles no nos tenían... mucho cariño.

Después de esto, me voy a acostar porque mañana pasarán a recogerme de 08:00 a 08:15 para llevarme al Municipio (Ayuntamiento).

Hasta pronto.

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Día 5 – Atuntaqui – Quito.


Hoy se preveía el día no tan intenso como nosotros nos imaginábamos, pero no os alarméis, que no pasó nada malo, sino al contrario, salió el día perfecto.


Quedamos a eso de las 9:00 para tomar un desayuno americano
como el de ayer. Una vez desayunamos y recogimos nuestros respectivos cuartos, nos dirigimos a la carretera para coger un bus que nos llevase a Quito. La gerente de la Hostería, nos acompañó muy amablemente para elegir un buen bus, ya que hay muchas compañías distintas que hacen el mismo trayecto, pero no todas son iguales de seguras, no sólo por los ocupantes de la misma, sino por la pericia del conductor.




Cogimos un bus de la compañía “Andina”. Al montar en el bus, nos tocó dividirnos, ya que había 2 asientos libres al lado del conductor y el otro estaba al final del bus, el asiento de la última que queda en el centro del pasillo y quién creeis que se sentó ahí?? Pues un servidor, pero lo decidí yo, prefería que se sentaran las 2 Marías juntas en un lugar más... cómodo por llamarlo de alguna manera.



Nos pusimos en marcha dirección a Quito. Pero al poco tiempo de empezar a andar, me empezaron a llamar para que me fuese con ellas y yo decía; “Pero si no hay sitio y ellas me decían que sí, enseñándome una manta”. Accedí a irme con ellas y como os imagináis, mi asiento era una manta que puse en el suelo, entre los pies de María Medigutía y la tapicería del bus.




La verdad es que el viaje fue muy ameno, no sólo por la compañía, sino por las conversaciones que manteniamos entre los 3 y entre los 5 (Maria Jesús, María Mendigutía, el conductor, el llamador y tirador del bus y un servidor). El paisaje era bastante bonito, aunque cambiaba por momentos de árido a muy árido y de frondosos paisajes a no tan frondosos paisajes. Había paisajes para hacer muchas fotos y el conductor aminoraba la velocidad del bus para que pudiese hacer bien la foto, pero cuando hacía la foto, me decía: “Son 5 dólares”, jejeje!! pues iba listo si pensaba que le iba a dejar propina.


Durante el trayecto se subieron muchos vendedores ambulantes para vender en el bus todo lo que puedan, pero casi todo son helados, frutos secos, bebidas, etc. Estos vendedores suben y bajan cuando quieren sin pagar el ticket, pero a cambio, cada vendedor que sube, le ofrece al conductor y al llamador y tirador una unidad del producto que venden, así, durante el viaje, estos 2 comieron: habitas fritas, batidos y helados.

Llegados a Quito, cogimos el primer taxi que encontramos y nos dirigimos al Hotel Quito dónde me alojaba yo. Por la mañana, antes de salir de Atuntaqui, hice una reserva para las Marías en el Hotel Sebastian, ya que el Hotel Quito estaba lleno. Pero antes de dirigirnos al Hotel Sebastian, pregunté por el Hotel Strubest que está situado al lado del Quito, y en efecto, había plazas y decidieron alojarse ahí durante esta noche, ya que mañana tenían que salir con dirección a Atuntaqui.

Después de alojarnos, las llevé a un restaurante con muy buena pinta que está muy cerca del Quito. Llevaba con ganas de entrar durante toda la semana, pero decidí esperar para ir con las Marías. El restaurante es muy acogedor y tiene una decoración muy parecida a mi añorado Pasadena de Cáceres. Nos pedimos unos jugos de mora y un plato de empanadillas variadas para compartir y luego un plato fuerte cada uno. María Mendigutía se pidió doble pechuga de pollo con arroz y ensalada, María Jesús se pidió filete de res con ensalada y arroz y un servidor se pidió 400gr de carne de res con un platito de ensalada, ya que ésta no cabía en el plato, jeje!!

Cuando acabamos de comer, nos dirigimos hacia el Teleférico de Quito, que sube a una altura total de unos 4100 mts aproximadamente. La verdad es que las chicas fueron unas valientes, sobre todo María Mendigutía, ya que tiene pánico a las alturas o más comúnmente conocido como vértigo. Pero he decir a su círculo de amistades y familiares que sií que por mentira que parezca subió en teleférico, doy fe.

Las vistas que se contemplan desde esa montaña son impresionantes, pero más impresionante es ver desde tan cerca algo más de la mitad del volcán Pichincha, ya que casi siempre su cráter está cubierto de nubes por lo que es imposible verlo.

En esta misma montaña había un pequeño sendero de unos 15 minutos para subir a un pico un poco más alto, a unos 4250 – 4300 mts (según los Quiteños). Subí solo ya que las chicas decidieron quedarse en la cafetería tomando un capuccino. Inicié el ascenso haciendo fotos, fotos y más fotos, pedí a algún senderista, que me hiciera alguna foto, ya que quería dejar constancia del ascenso. Cuando estuve arriba del todo, aprecié que continuando la vereda y bajando un poquito, había unas chozas dónde ofrecían rutas a caballo por el Pichincha. Me quedé con muchas ganas de hacerlo, pero era un poco tarde y no había avisado a las Marías. Lo dejaré para otra ocasión en éste u otro viaje.

Descendí y me reuní con ellas en la cafetería, me tomé un capuccino y nos pusimos a la cola para bajar el teleférico. Las colas, tanto para subida como para la bajada, eran impresionantes, pero sacamos un ticket para ir por la vía express, es decir, sin hacer cola. La verdad es que no nos sentíamos muy agusto, porque esta via estaba totalmente vacía y al pasar nosotros por ella, la gente se nos quedaba mirando. Omitir la cola a la subida me dio algo de palo, pero a la bajada... NO!! ya que estabamos algo cansados y el haber tenido que hacer la cola nos habría matado.

Al llegar abajo, cogimos un taxi para que nos dirigiese lo más al centro de la ciudad, ya que debido al bicentenario, las calles del casco histórico estaban cerradas. Al salir del taxi nos dirigimos hacía la Plaza Grande, pero al llegar al palacio presidencial, obsevamos que había muchos policías, guardaespaldas y gente esperando a algo o alguien. Así que decidimos preguntar a un policia que quién iba a salir, y cuál fue nuestra sorpresa?? ES EL PRINCIPE DE ASTURIAS!! Así que decidimos esperar para verle salir. Como es de costumbre y normal, se hizo algo de rogar y después de casi 1 hora salió y en menos de 1 minuto se metió en el coche y... empezó la guerra. Cientos y cientos de personas empujando para llegar hasta la Plaza Grande. Todo el mundo empujaba para ir al frente o a la derecha y nosotros queríamos ir a la izquierda, pero hasta que no pasó esta avalancha nos fue totalmente imposible, verdad Marías??

Luego decidimos dar un paseo por el casco histórico para ver Quito de noche y escuchar algo de los conciertos que se ofrecían en los más de 10 escenarios que estaban repartidos por todo el centro. Después de esto, nos decidimos ir al hotel, darnos una ducha y marcharnos a la Mariscal para cenar y tomar algo. Al llegar a la Plaza Foch, nos metimos en un restaurante que tenía muy buena pincha, nos pedimos unos jugos de papaya y mora y 3 hamburguesas ya que los sanduches se habían acabado. Al terminar de cenar, nos vimos sin fuerzas y decidimos irnos a nuestros respectivos hoteles para descansar.

Mañana más.
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Día 4 – Atuntaqui – Otavalo – Atuntaqui.


Hoy nos hemos levantado temprano para aprovechar bien el día.

Desayunamos enérgicamente gracias a un delicioso “Desayuno Americano”, esto es café, jugo, huevos revueltos, piña y bollería. Habíamos quedado a las 9 con Antonio, un conductor del Cantón de Antonio Ante, el cual nos acompañaría durante todo el día.

Primeramente nos llevó de Atuntaqui a Otavalo por una carretera secundaria que transcurría cerca del volcán Imbabura. Como podréis pensar, las vistas eran... espectaculares!! Durante el trayecto íbamos hablando de los Cuy, que es una comida típica de aquí, pero que no son nada más que... cobayas. En ese momento Antonio nos ofreció pasarnos por su casa para que nos enseñase los cuy que él cría para la alimentación de su familia. Allí conocimos a su simpática y agradable mujer la cual le proponía que nos llevase a un sitio y a otro para que no nos dejásemos nada sin ver.

Seguimos con dirección a Otavalo pero antes de la llegada, pasamos por una comunidad que estaba repleta de carteles en los que se repetía la palabra Yachac y que según Antonio eran brujos y adivinos que ofrecían sus servicios. En esa misma comunidad, nos paró en una casa en la que la familia se dedicaba a fabricar sombreros de diferentes tipos y colores.




Después de esto llegamos a Otavalo. Nos adentramos en la Feria de la Artesanía, la cual al principio nos parecía pequeña pero... nada más lejos de la realidad. Es enorme y evidentemente no vimos todo, pero sí una gran parte. Había todo tipo de productos artesanales como collares, pendientes, mucha bisutería, ponchos, tallas en madera y piedra, mantas, manteles, adornos, gorras, sombreros, camisas y camisetas, etc. todo esto hecho por
las diferentes comunidades y poblados ecuatorianos. Os podéis imaginar las Marías en este mercadillo, no??


[Chiste malo ON]
Tienes más peligro que una mujer en un mercadillo de bisutería. jejeje!!
[Chiste malo OFF]

El caso es que Antonio muy amablemente nos iba guiando por las diferentes calles por las que estaba distribuido el mercadillo. De este mercadillo sacamos 3 cosas claras:


Que los productos artesanales ecuatorianos son muy bonitos.
Que nos trajimos muchas cosas para regalos y demás compromisos.
Y que... María Jesús compra el mismo producto pero más barato que María Mendigutía y que yo, jajaja!!

Este último punto tiene su explicación, y es que María Jesús, se curtió perfectamente en el arte del regateo. Vamos era... espectacular de la manera que regateaba en los puestos. Que había un chal, ellos pedían 20, ella les daba 12 y finalmente lo compraba por 14. Vamos, que compraba unos $ 2 más barato que nosotros.

Después de gastarnos bastante plata en le mercadillo nos fuimos a comer a un restaurante llamado “El Indio”. Comimos bastante bien por $ 3.70 cada uno. Una vez que acabamos de comer, Antonio nos llevó de regreso a la Hostería Natabuela para descansar un rato y volver a la Feria Textil de Atuntaqui.

A eso de la 9 salimos con dirección a Atuntaqui. Nos llevó un taxi hasta allí. Compramos la entrada de la Feria. Lo primero que me sorprendió fueron los enormes carteles que había en la entrada en los cuales ponía:

SE PROHÍBE LA ENTRADA A PERSONAS ENFERMAS CON SÍNTOMAS DE GRIPE.

Una vez que nos marcaron la entrada, había un chico que nos rociaba las manos con alcohol para desinfectarnos.

Esta feria se hace en el colegio público de Atuntaqui, en el que se designan las aulas para las diferentes tiendas o empresas que ofrecen sus productos. Nos recorrimos toda la feria, pero no había nada que nos agradase tanto como para comprarlo. En el patio del colegio estaba instalado el escenario principal de la feria en el cual había conciertos de grupos de esta parte de Ecuador. Había un puesto que vendía la riquísima cerveza Club, pero... era de tamaño descomunal... botellas de casi 1 litro. Entre la sed que teníamos y lo buena que está la cerveza, nos tomamos 3 cervezas cada uno.

Hubo una cosa que hicimos y que no me gustó mucho, que fue comer... pizza en Ecuador, no por que no me gustase, sino porque venir a Ecuador y comer pizza... pero qué buena que estaba , ingerir algo de comida normal como decía María Jesús. No nos bastó con una porción, sino que fuimos a por otra y descubrimos un puestecito que hacía hamburguesas, así que María Jesús siguió con la pizza y María Mendigutía y yo nos decidimos por la hamburguesa, la cual nos supo a gloria.

Bien es cierto que no nos aconsejaron comer comida a pie de calle, pero que queréis que os diga, no nos pudimos aguantar a hacerlo.

Así que después de tomar cerveza, comer pizza y hamburguesa, bailar algo de salsa y... hablar con el cantante de la orquesta que tocó en la cena de ayer, nos fuimos a descansar.

Mañana cogeremos un bus con destino a Quito.

Ya os contaré.
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ME ENCANTA!!

miércoles, 12 de agosto de 2009

Este fin de semana en Quito ha sido “ESPECTACULAR”. Tengo que decir que la primera impresión de la capital, el día de nuestra llegada, no fue demasiado buena. El aeropuerto no es su mejor carta de presentación, y el jet lag y 22 horas de viaje probablemente tuvieron algo que ver en la decepción generalizada que nos inspiró la ciudad. Todos pensábamos “si es capital de la Humanidad por la Unesco desde 1978, el primer conjunto declarado de América Latina, el más grande…no puede ser solo esto…”. Efectivamente tenía muchas más cosas que nos habían pasado totalmente desapercibidas.

La verdad es que no nos pudo salir mejor el viaje a la Capital: montamos en primera fila de autobús (con manta en la escalerita incluida), hicimos nuestro primer 4100, superamos el miedo al teleférico, vimos al Príncipe de Asturias, vivimos de cerca la celebración del biSentenario…qué más se puede pedir. Bueno, quizá un Gin Tonic para alguno de nosotros, pero aparte de ese pequeño detalle no nos pudo salir mejor.

La vista desde el 4100…impresionante! y Quito por la noche no se queda atrás, con una iluminación genial (no como algún castillo que hay por ahí).

Y hoy para rematar la faena (hoy lunes, fiesta nacional por la Independencia), conseguimos entrar en la Capilla del Hombre de Oswaldo Guayasamín, un pintor ecuatoriano muy ligado a Cáceres. A todos nos sobrecogió la expresividad de sus pinturas, y lo desgarrado del gesto de sus personajes, con esas manos que casi pueden hablar…Y claaaaro, no hubiera sido lo mismo sin esa sofisticada guía, de acento raro y nacionalidad desconocida (de dónde será…) que supo transmitirnos a la perfección la intención pictórica del artista.

Tras ello, un poquito de frikismo y nos fuimos a la mitad del mundo, a poner un pie en cada hemisferio, algo que no se puede hacer todos los días con un taxista que era todo un personaje.

El viaje de vuelta a Atuntaqui como siempre, emocionante, en un coche-taxi (del mal) con una embarazada soltando la primera papilla. Pobrecita, pero nos dio un viajecito curioso.

En definitiva, muy buen fin de semana, redescubrimiento de Quito y pilas recargadas para toda la semana.

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Rumbo a Atuntaqui (o como sobrevivir al primer viaje)

Nos hemos colado como quien no quiere la cosa en el blog de Ángel (como auténticas polizonas) para contar un poquito de lo que nos pasa en Ecuador mientras cada uno hace su trabajo como buenamente puede en partes diferentes del país.

Mientras Ángel buscaba desesperadamente un hotel quiteño en el que residir, nosotras nos dirigíamos hacia Atuntaqui. El primer sentimiento que nos invadió tras salir de Quito fue…”miedosito”! (como Flanders, porque aquí todo va un poco así). A día de hoy ya estamos acostumbradas, más bien curadas de espanto, pero aquel primer viaje a Atuntaqui fue antológico. Nos preguntamos por qué se molestan en pintar las líneas del suelo, porque para el uso que les dan... Los carriles no están definidos y cada uno adelanta cuando quiere y como quiere. De hecho, se conoce que los dos carriles del suelo son orientativos, porque en muchos casos pasan tres coches a la vez como si nada. Y en los tramos negros de accidentes al menos se dedican a poner conos señalizadores, de forma que no se pueda adelantar, menos mal! Sin embargo lo cierto es que nuestro conductor fue muy amable, Marquitos, nos puso buena música y nos dio conversación.

El caso es que al final supongo que no será tan peligroso porque todo el mundo está acostumbrado a conducir así y ni se inmutan cuando ven que un camión tremendo va directo hacia ellos. En fin, un poco de emoción a las vacaciones supongo que no vendrá mal.


Una vez en el cantón de Antonio Ante (en la parroquia de Atuntaqui), todo han sido atenciones. En un hotel espectacular, una comida buenísima e incluso chofer, ¿qué más se puede pedir? Pues comer cuy, un animal que pintaba muy exótico y que resulta que es...una cobaya de toda la vida. Habrá que comerlo que es el plato andino más típico y hemos venido a darlo todo ¿o no?

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