Durante el trayecto se subieron muchos vendedores ambulantes para vender en el bus todo lo que puedan, pero casi todo son helados, frutos secos, bebidas, etc. Estos vendedores suben y bajan cuando quieren sin pagar el ticket, pero a cambio, cada vendedor que sube, le ofrece al conductor y al llamador y tirador una unidad del producto que venden, así, durante el viaje, estos 2 comieron: habitas fritas, batidos y helados.

Llegados a Quito, cogimos el primer taxi que encontramos y nos dirigimos al Hotel Quito dónde me alojaba yo. Por la mañana, antes de salir de Atuntaqui, hice una reserva para las Marías en el Hotel Sebastian, ya que el Hotel Quito estaba lleno. Pero antes de dirigirnos al Hotel Sebastian, pregunté por el Hotel Strubest que está situado al lado del Quito, y en efecto, había plazas y decidieron alojarse ahí durante esta noche, ya que mañana tenían que salir con dirección a Atuntaqui.
Después de alojarnos, las llevé a un restaurante con muy buena pinta que está muy cerca del Quito. Llevaba con ganas de entrar durante toda la semana, pero decidí esperar para ir con las Marías. El restaurante es muy acogedor y tiene una decoración muy parecida a mi añorado Pasadena de Cáceres. Nos pedimos unos jugos de mora y un plato de empanadillas variadas para compartir y luego un plato fuerte cada uno. María Mendigutía se pidió doble pechuga de pollo con arroz y ensalada, María Jesús se pidió filete de res con ensalada y arroz y un servidor se pidió 400gr de carne de res con un platito de ensalada, ya que ésta no cabía en el plato, jeje!!

Cuando acabamos de comer, nos dirigimos hacia el Teleférico de Quito, que sube a una altura total de unos 4100 mts aproximadamente. La verdad es que las chicas fueron unas valientes, sobre todo María Mendigutía, ya que tiene pánico a las alturas o más comúnmente conocido como vértigo. Pero he decir a su círculo de amistades y familiares que sií que por mentira que parezca subió en teleférico, doy fe.
Las vistas que se contemplan desde esa montaña son impresionantes, pero más impresionante es ver desde tan cerca algo más de la mitad del volcán Pichincha, ya que casi siempre su cráter está cubierto de nubes por lo que es imposible verlo.
En esta misma monta

ña había un pequeño sendero de unos 15 minutos para subir a un pico un poco más alto, a unos 4250 – 4300 mts (según los Quiteños). Subí solo ya que las chicas decidieron quedarse en la cafetería tomando un capuccino. Inicié el ascenso haciendo fotos, fotos y más fotos, pedí a algún senderista, que me hiciera alguna foto, ya que quería dejar constancia del ascenso. Cuando estuve arriba del todo, aprecié que continuando la vereda y bajando un poquito, había unas chozas dónde ofrecían rutas a caballo por el Pichincha. Me quedé con muchas ganas de hacerlo, pero era un poco tarde y no había avisado a las Marías. Lo dejaré para otra ocasión en éste u otro viaje.
Descendí y me reuní con ellas en la cafetería, me tomé un capu

ccino y nos pusimos a la cola para bajar el teleférico. Las colas, tanto para subida como para la bajada, eran impresionantes, pero sacamos un ticket para ir por la vía express, es decir, sin hacer cola. La verdad es que no nos sentíamos muy agusto, porque esta via estaba totalmente vacía y al pasar nosotros por ella, la gente se nos quedaba mirando. Omitir la cola a la subida me dio algo de palo, pero a la bajada... NO!! ya que estabamos algo cansados y el haber tenido que hacer la cola nos habría matado.
Al llegar abajo, cogimos un taxi para que nos dirigiese lo más al centro de la ciudad, ya que

debido al bicentenario, las calles del casco histórico estaban cerradas. Al salir del taxi nos dirigimos hacía la Plaza Grande, pero al llegar al palacio presidencial, obsevamos que había muchos policías, guardaespaldas y gente esperando a algo o alguien. Así que decidimos preguntar a un policia que quién iba a salir, y cuál fue nuestra sorpresa?? ES EL PRINCIPE DE ASTURIAS!! Así que decidimos esperar para verle salir. Como es de costumbre y normal, se hizo algo de rogar y después de casi 1 hora salió y en menos de 1 minuto se metió en el coche y... empezó la guerra. Cientos y cientos de personas empujando para llegar hasta la Plaza Grande. Todo el mundo empujaba para ir al frente o a la derecha y nosotros queríamos ir a la izquierda, pero hasta que no pasó esta avalancha nos fue totalmente imposible, verdad Marías??

Luego decidimos dar un paseo por el casco histórico para ver Quito de noche y escuchar algo de los conciertos que se ofrecían en los más de 10 escenarios que estaban repartidos por todo el centro. Después de esto, nos decidimos ir al hotel, darnos una ducha y marcharnos a la Mariscal para cenar y tomar algo. Al llegar a la Plaza Foch, nos metimos en un restaurante que tenía muy buena pincha, nos pedimos unos jugos de papaya y mora y 3 hamburguesas ya que los sanduches se habían acabado. Al terminar de cenar, nos vimos sin fuerzas y decidimos irnos a nuestros respectivos hoteles para descansar.
Mañana más.